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Durante muchos años (desde los 90 hasta hoy) se impuso un nuevo material sobre el caucho, un material más ligero y cómodo: el poliuretano.

El resultado fue suelas más ligeras y flexibles que no solo absorben los golpes, sino que también son extremadamente resistentes, por eso el poliuretano es ideal para el calzado, pero que tenían una fecha de caducidad mucho más corta, entre 5 y 10 años (en función de las condiciones en las que se hayan guardado). Con las suelas de caucho esto no pasaba por lo que si siempre has comprado suelas de caucho u otro material este problema te parecerá imposible o lo achacarás a materiales baratos, cuando no es así.

Uno de los principales desafíos técnicos con el poliuretano es superar un deterioro por envejecimiento conocido como ‘hidrólisis’. La hidrólisis es la descomposición química del polímero de PU y la ruptura física resultante o el desmoronamiento de la suela de PU por el ataque del agua, generalmente en forma de vapor, que ocurre durante un período de varios años, ¡incluso cuando los zapatos están almacenados!

Este proceso se acelera con el calor y la alta humedad. Por lo tanto, sucederá más rápidamente en climas tropicales, pero también en espacios reducidos, como casilleros, si los zapatos se guardan húmedos. En el estado más avanzado de hidrólisis, la suela de PU perderá toda su fuerza física, por lo que se agrietará o desmoronará.

Hay dos tipos de suelas de PU. Hay una suela de PU con base de poliéter y una suela de PU con base de poliéster, en los poliuretanos a base de poliéster se presenta una separación de las cadenas del poliéster (hidrólisis) en el caso de un prolongado almacenamiento y/o en condiciones de altas temperaturas y elevada humedad. La consecuencia es una reducción de las propiedades de la resistencia mecánica del material: tracción, desgarro, resistencia a la abrasión y resistencia a la flexión. En las suelas se traduce en que se “desmiga”, “se deshace”.

el poliuretano más utilizado (el poliuretano poliéster) puede sufrir esa hidrólisis a los 4 años de haber sido fabricado y que el uso esporádico actual del calzado (no continuado) agrava aún más el problema.

La hidrólisis es una reacción química de doble descomposición que aparece al combinarse el agua o la humedad con muchas sustancias.

Los clientes que sufren este tipo de problema ven arruinado el producto de una forma bastante desagradable: desmenuzado en el interior de la caja de almacenamiento, con un tacto polvoriento o con la suela casi desintegrada o separada en plena excursión.

La caducidad de las suelas de poliuretano viene determinada por el uso de los zapatos y las condiciones de almacenamiento (lugar fresco, sin humedad ni cambios bruscos de temperatura) pero como norma general unos 5-6 años después de la compra (piensa que el material de la suela se fabrica antes, después va la fabricación del zapato y su distribución, puesta a la venta y finalmente tu adquisición). El proceso de hidrólisis se acentúa en los zapatos que no han sido usados en un largo periodo de tiempo. Es importante que tengas en cuenta que la durabilidad de la suela es desde que se fabrica, no desde que la compras y/o usas.